
Piel y huesos. Eso encontraron los investigadores en la casa de Matías Jurado, de 37 años. No llegaron de casualidad. Es que tras la desaparición de al menos cinco hombres en situación de calle, la policía obtuvo un dato que los llevó a ese domicilio. Fue visto en compañía de la última persona buscada.
Estruendoso fue el horror cuando se sumó un testimonio clave, el de un sobrino del sospechoso. Menor de edad él. “Pasaban cosas malas”, dijo en Cámara Gesell. Pero los sabuesos de la policía sostienen que se quedó largamente corto con el calificativo, porque lo que aparentemente sucedía allí supera cualquier cosa mala, o malísima, que uno pueda imaginar.
Según las primeras averiguaciones y los cabos atados por el fiscal regional Guillermo Beller, que dio una conferencia para explicar lo sucedido, Jurado captaba a sus víctimas con engaños diversos de por medio. Laburos exprés, dinero fácil o incluso una juntada para liquidar alguna botella de alcohol y charlar de las angustias diarias, eran parte de la tramposa oferta que el predador; de mirada desafiante, repleto de tatuajes y atravesado por una cicatriz que le divide el abdomen de punta a punta -de arriba a abajo-, engamada también con varias puñaladas mal curadas que le decoran los hemisferios resultantes; le ofrecía a sus presas.
De acuerdo también a las primeras averiguaciones; después de una pequeña tertulia, el chacal le indicaba a su sobrino, con quien convivía, que se retirara de la casa porque iban a suceder cosas malas. Lo que ocurría inmediatamente después aún es materia de investigación, pero teniendo en cuenta los hallazgos posteriores, se puede hacer una primera deducción: homicidio, descuartizamiento y ocultamiento. Imperturbable, convivía con los restos, como una especie de Jeffrey Dahmer jujeño.
Además del material biológico hallado -que sería de varias personas y que está siendo sometido a un cotejo de ADN para determinar la identidad de las víctimas-, la policía encontró restos de prendas, que serían propiedad de quienes entraron y nunca salieron de esa precaria vivienda de las 150 Hectáreas del barrio Alto Comedero de San Salvador de Jujuy.
Es así que la pesquisa se acerca a la figura de un asesino en serie, que tenía una modalidad delictiva rigurosa y compulsiva; que tenía víctimas de un mismo grupo social, algunas de ellas con discapacidad; y que probablemente su faena criminal estaba lejos de terminar.
Jurado fue detenido el pasado viernes y este lunes fue imputado de manera formal -en principio- por el caso de Jorge Omar Anachuri, quien fue visto por última vez el pasado 25 de julio. Más adelante se verá su implicancia en la ausencia física de al menos otras cuatro personas, todas denunciadas como desaparecidas en el transcurso de 2025.